lunes, 13 de agosto de 2012

"El Pozón de Aguas Turbias o Aguas Tibias"


EL río Gomero sirve de límite a nuestra Comuna, así como también es el límite de la provincia de Concepción. La belleza de su recorrido, cayendo por entre los cerros sombreados de pinos, guarda innumerables historias que la gente de los contornos se ha encargado de transmitir. Una de ellas se refiere a un profundo pozón, como tantos otros que hacen descansar el río de tanto en tanto, y que la gente del lugar llama indistintamente como “aguas turbias” o “aguas tibias”. ¿ A qué se deben estos singulares nombres ? ¿ Serán realmente sus aguas turbias o tibias ?.

Al parecer así ocurre cada invierno cuando las lluvias arrastran la tierra llevándola aguas abajo, o cada verano cuando el caudal disminuye y los pozones se detienen a orillas del río para calentarse lentamente bajo el sediento sol. Sin embargo, en el caso del pozón a que nos referimos existe una triste historia que pasamos a contarles: Desde tiempos muy antiguos la gente de los contornos acostumbraba a visitar aquel lugar para lavar sus ropas aprovechando las piedras que estaban en sus orillas. En cierta ocasión una madre se hizo acompañar de su pequeño hijo, y cuando llegaron al pozón encontraron un hermoso cuero de animal estirado sobre las piedras. Aprovechando su blandura, la madre dejó sentado al pequeño niño sobre él, mientras ella se ocupaba en lavar la ropa. Al poco rato, el inocente cuero comenzó a moverse dando señas de vida. De sus costados aparecieron unas inmensas uñas y en sólo un par de segundos envolvió al desgraciado niño y se lo llevó hacia las profundidades del pozón. Fue entonces cuando la madre se dio cuenta de lo ocurrido y en forma desesperada intentó salvar a su hijo que ya desaparecía bajo las aguas. Sin embargo, todo fue en vano. Sus gritos llamaron la atención de algunos campesinos del lugar, los que al llegar se sorprendieron al ver que desde el fondo del profundo pozón comenzaba a salir un chorro turbio que tornó completamente café aquellas aguas. Muy pronto comprendieron que nada podían hacer. Y desde entonces, junto con la imposibilidad de encontrar al niño, aquel pozón no ha dejado de mostrar sus “aguas turbias”, aún cuando el resto del río se muestra cristalino cada verano. Pero... ¿ cómo se explica lo de “aguas tibias”? Pues bien, muchas personas han llegado a contar que una vez que el maléfico cuero se llevó al niño hasta las profundidades, la madre intentó desesperadamente socorrerlo, y mientras lo hacía su profuso llanto fue cayendo al pozón a torrentes hasta dejar las aguas completamente tibias. Dicen que hasta hoy en día están así, turbias y tibias, como si una extraña fuerza las mantuviera tan distintas al resto de las aguas. Y en cuanto al extraño animal, nadie más lo ha visto por aquellos tranquilos y bellos parajes del río Gomero.


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