lunes, 13 de agosto de 2012

"El Monje de Unihue Alto"

Unihue, también es un hermoso sector rural de Hualqui. Su gente muy amistosa y amable también cuenta su historias y leyendas.


Unihue, voz mapuche que significa “lugar de camarones”, es también un lugar de un rico pasado histórico que ha dado lugar a muchos relatos. Es así como señalan los vecinos de la existencia de un extraño paraje que denominan indistintamente como “Unihue Alto” o “El Chupón”. Cuentan que en ese lugar existió durante la Colonia una activa misión jesuita encargada de asistir cristianamente a los indígenas, mestizos y españoles que se establecían en los fuertes de la zona.

Además de la obra evangelizadora, los jesuitas se destacaron por enseñar a los indios algunas técnicas agrícolas, la fabricación de herramientas y la artesanía, todo lo cual fue de gran beneficio para la economía de aquel entonces. Sin embargo, por orden del rey de España en 1767 fueron expulsados todos los jesuitas del país. Desconsolados, los esforzados Padres de la Compañía debieron abandonar lo que por años habían construido, además de dejar a los indios sin la asistencia espiritual que tanto necesitaban. Desde entonces las casas, bodegas y la misma Iglesia se fueron destruyendo lentamente acosadas por el tiempo, y como en aquella época era costumbre enterrar a los difuntos bajo las iglesias, quedaron como mudo testimonio de su existencia los cuerpos de muchos sacerdotes que entregaron sus vidas al servicio del Creador. Algunos lugareños cuentan que en aquel lugar se ven de vez en cuando algunas visiones como las de un monje que camina durante la noche en un intento por revivir aquellos tiempos de heroica labor misionera. Otros señalan que cada año y para el día de Todos los Santos se sienten los cantos y oraciones de una procesión, como las que acostumbraban a realizar periódicamente los jesuitas durante la Colonia. Hoy, junto con las creencias de los lugareños, nada queda de aquella misión y sólo permanece el misterio de las extrañas apariciones que muchos aseguran haber visto y que, como la eterna presencia del Monje de Unihue Alto, se ha transformado en una huella imborrable para los hombres que viven en aquellos apartados lugares de nuestra tierra.-


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